El tercer tiempo es parte del espíritu de juego limpio (fair play) que constituye un componente esencial de rugby, desde sus inicios mismos, cuando se separó del fútbol y buscó convertirse en una especie de juego espejo de éste último, algo que intenta sintetizar un tradicional dicho británico: "el fútbol es un juego de caballeros jugado por bestias y el rugby es un juego de bestias jugado por caballeros".
La denominación misma de "tercer tiempo" busca transmitir que el juego no acaba con la eventual victoria o derrota de algunos de los contendientes, sino con la camaradería y la diversión en un grupo indiferenciado de quienes en los dos tiempos anteriores habían sido contendientes. En el rugby el fin no es la victoria, sino la camaradería y la amistad.